A solo diez minutos de las Casas Rurales Nelia en Villalba de la Sierra
El corto trayecto hasta el Ventano del Diablo transcurre por la CM-2105. Son apenas siete kilómetros de curvas suaves desde Villalba de la Sierra, un pintoresco pueblo serrano que sirve como puerta de entrada a la Serranía de Cuenca. Tras aparcar, bastan unos pasos para toparse con un paisaje sobrecogedor: un desfiladero calizo que, en temporada de lluvias, ruge con la fuerza del río Júcar en su fondo.
Los vecinos de la zona aseguran que contemplar el atardecer desde este punto, donde el sol tiñe de rojos y dorados las paredes rocosas, es una experiencia que difícilmente se olvida. “A medida que el día avanza, la luz va cambiando y cada minuto ofrece una postal distinta”, comenta un guía local que suele acompañar a los grupos de visitantes.
El curioso nombre de este enclave, según cuenta la tradición oral, proviene de antiguas historias que hablaban de una presencia demoníaca dispuesta a tentar a quienes se aventuraban por estos parajes. Lejos de los relatos, la realidad se impone con un entorno inigualable. Desde lo alto, se divisan decenas de aves rapaces surcando el cielo, mientras la vegetación, típica del clima mediterráneo de montaña, se arremolina entre las rocas.
La zona no solo atrae por su imponente panorama; también es un punto de encuentro para los más intrépidos. El río Júcar a su paso por la serranía ofrece rápidos ideales para la práctica de rafting y piragüismo, mientras que las paredes verticales permiten disfrutar del barranquismo en diversas modalidades. Quienes opten por algo más tranquilo pueden limitarse a tomar fotografías o, simplemente, dejarse envolver por el silencio y la inmensidad del entorno.
Para quienes cuenten con algo más de tiempo, la Serranía de Cuenca es un auténtico tesoro. A pocos kilómetros se encuentra la Ciudad Encantada, un conjunto de formaciones rocosas que parecen surgidas de otro planeta, y también el Nacimiento del Río Cuervo, con cascadas y senderos para toda la familia.